Notas sobre pensamientos y problemas en torno a la dimensión conceptual del yo -las superficies del yo-

Lic. María Soledad Graglia

Desde antes de Freud  ya se conoce la influencia de la cultura de pertenencia hasta los confines mismos del psiquismo. Esa superestructura, que no deja nunca de insistir en sus afectos y efectos, se constituye como huella y trabajo siempre con tilde de pendiente. 

Hoy, el yo se configura según características profundamente diversas a  las que hemos conocido y estudiado con los maestros.

Esta sociedad posmoderna, que se transforma vertiginosamente mediada por los sistemas tecnológicos de comunicación, constituye y deviene fuente de decepciones, producto de las incertidumbres, la inseguridad, el vacío, la ausencia de futuro, las ausencias y los no lugares. Sin embargo y a  la vez, este ambiente social y familiar, es el oxígeno psicológico y emocional del sujeto, que mal o bien, lo nutre y lo sostiene. Con él, el yo tiene que arreglárselas configurándose  de manera tal que  pueda devenir en un sujeto deseante. 

Frente a los cambios de paradigmas para pensar la realidad en la que vivimos y de los sujetos con los que trabajamos, el pensamiento y el hacer psicoanalítico se enriquece cuando amplia sus instrumentos teóricos y clínicos en un diálogo fecundo con otras disciplinas. Reconociendo que el psicoanálisis nació y creció, (hasta no hace mucho) bajo los lineamientos paradigmáticos del logocentrismo y la eficacia del saber científico consagrado…”lo que tal vez hizo que quedaran de lado en su concepción lo que aquí llamo fenómenos conectivos y efectos de presentaciones irrepresentables que son parte fundamental de la emergencia de cualquier novedad radical.” (Moreno, 2002). 

Del mismo modo las transformaciones del yo van de la mano de las transformaciones que van ocurriendo en todos los ámbitos, al compás de la globalización, la aceleración, y la espectacularización del mundo. La teorización las superficies del yo, no es un conocimiento, sino que permite el conocimiento. Cómo cualquier teorización no constituye, para nada, un punto de llegada, un arribo a conclusiones, sino justamente lo inverso. Son una partida. Una teoría, cualquiera sea, no es una solución, sino la posibilidad de tratar un problema. Ese es el objetivo de este trabajo.