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Jóvenes de vidas grises de Ana María Fernández

En el trabajo clínico como psicoanalista, fui encontrando algunas recurrencias en las respuestas de jóvenes pacientes frente a su malestar o sufrimiento. Una especie de apatía, desgano que se manifiestan en “no sé”, “me da igual”, “da lo mismo”, “todo bien” como un modo de estar, de existir. Casi como a la espera que el analista le diga el qué, el cómo, y la ausencia de la pregunta por lo que desean o quieren.

Las preguntas eran y son varias. Esta clínica que incomoda, que cuestiona se convierte en un aliado que hace las veces de disparador para pensar. Con esta premisa, y casi como en una búsqueda “flotante” encontré el libro de Ana María Fernández, Jóvenes de vidas grises, en el que la autora teoriza acerca de estos estados, a los que no podemos pensar en cuadros clínicos, pero sí indaga si estamos frente a: ¿nuevas modalidades de subjetivación?

Denomina a estas nuevas modalidades, plusconformidad, que habitan junto a otros modos existenciales de desborde de lo pulsional que no encuentran cause; abusos y excesos, que van desde formas violentas de tratar y tratar a otros, adicciones, trastornos alimentarios, etc. Siendo dos maneras tan opuestas, comparten como rasgo común la extranjería de la experiencia de sí, condición necesaria para que algo del orden del deseo pueda advenir.

Como analistas las preguntas son varias, entre ellas , cómo albergar dentro del dispositivo analítico estas maneras, como también considerar las condiciones sociohistóricas de estas modalidades clínicas.

Cecilia Petit